01 octubre 2014

MIXTURAS DE ALTA COMBUSTIÓN

Este texto está sujeto a una consigna de la Facultad (Periodismo UNLP) sobre qué es ser jóvenes hoy. La aclaración vale por la estructura de subtítulos y la extensión del mismo.

MIXTURAS DE ALTA COMBUSTIÓN


Las Raíces

Todavía jugábamos a la pelota en el barrio, teníamos una bandita y rompíamos las pelotas a la hora de la siesta jugando al Ring Raje. Estábamos lejos, lejísimos de los pibitos que hoy pasan su infancia entre PlayStation, Tablets y Candy Crush. La Play e internet ya estaban, pero las pantallas -sobre todo las táctiles- ocupaban menos tiempo que los autitos y ladrillitos.
El quilombo de los '70 pasó hace mucho, también la democracia ochentosa, y nos tocó la peor versión del 10, llena de cocaína y grasa, mucha mucha grasa.
Los '90 fueron nuestra cuna de dólares y patacones, pero todavía no entendíamos bien de qué se trataba.

Los Valores

De ahí sacamos lo mejor y lo peor de nosotros. El instinto voraz de querer comernos el mundo como el Lobo de Wall Street, pero sin el uno a uno que hundió a muchos en el nuevo milenio. La rebeldía ayudada por Fotolog, el estado en Facebook o ese Tweet escandaloso. Pero también toda la energía que le dimos a Gokú para salvar al mundo y que hoy intentamos dársela al que la necesite. Y movilizar, opinar, meterse. Desde donde sea, también con Facebook y Twitter como protagonistas.

La Patria

¿La amamos? Seguro. Porque desde chicos aprendimos que no hay nada más lindo que ser argentinos, y así lo sentimos. Porque algunos tienen como consigna que La Patria es el Otro. Yo no, pero igual la siento en el pecho. Porque vimos a tantos sufrir, sufrir en serio en 2001 y nos dolió mucho, muchísimo; pero en el dolor nos dimos cuenta de que amábamos más nuestra patria. Y por ella no iría a la guerra, porque Malvinas -que son argentinas- fue una cagada, pero la defendería a gritos, puteadas y letras adonde sea que vaya.

El Arte

Le damos lugar a lo que sea; nunca jamás definimos un estilo musical, porque escuchamos a Los Redondos o a Pink Floyd pero cuando salimos de joda bailamos Agapornis, Los Nota Lokos o David Guetta. Nos deshacemos en elogios hacia Spinetta y Charly, pero nos ponemos nostálgicos con los Backstreet Boys. Nos entiernecemos con las tiras inocentes y sin humor de Liniers, pero también validamos humores como el de Gustavo Sala y definitivamente Los Simpson son lo mejor que pudo haber pasado. El cine sangriento y cruel de Tarantino es espectacular para nosotros, pero nos refugiamos en mensajes positivos como Amelie. Compramos el márketing como nadie, con literatura como Bajo La Misma Estrella, pero valoramos los libros clásicos de García Márquez, Edgar Allan Poe o José Hernández.

Las Certezas

¿Qué carajo somos entonces? Lo aclaro por si el licuado que tengo en la cabeza e intenté plasmar hasta aquí no quedó del todo claro: somos esa mixtura eterna que es la juventud, que siempre fue la juventud. Somos jóvenes, pero con internet y whatsapp para estar más conectados. Somos lo que heredamos y lo que nos fue atravesando. Y así como con el arte, le damos lugar a lo que sea. Hay militantes y jóvenes que se quedan en la casa, hay críticos e inocentes, faloperos, católicos, rebeldes, insulsos y más. Eso sí, unidos bajo una misma pauta, no menor: LIBRES. Así, en mayúscula. Y es lo más importante de nuestra juventud.

El Futuro

Vamos a seguir rompiendo las pelotas, porque molestamos tanto que muchos viejos y viejas de mierda y de espíritu (no de edad) dicen que estamos perdidos. Que internet nos arruinó, que jóvenes eran los de antes. No se dan cuenta que seguimos necesitando y siendo lo mismo que esos jóvenes de otras épocas -algunos nunca envejecieron-, pero amontonados y conectados por internet, debatiendo mucho por Facebook y buscando pareja por Whatsapp. O no... porque que existan esos caminos no quiere decir que hayamos abandonado el potrero, y después de todo sabemos que el secreto de la amistad está en la cerveza fría o el mate caliente para charlar, por poner un ejemplo.

Y así volvernos viejos de edad, quizás también de alma, no sin antes legarle la juventud a los próximos en este eterno círculo vicioso que es vivir.