20 agosto 2017

EN DEFENSA DE WENGER

Por Leandro Baschar - @lbaschar

Arsene Wenger llegó al Arsenal como un desconocido y se quedó más de 20 temporadas en las que imprimió una filosofía particular y logró varios títulos. Pese a eso, nunca estuvo exento de la crítica, que aumentó en los últimos años a tal punto que hoy muchos piden que se vaya. Aliko Dangote, millonario nigeriano, anunció que pretende comprar el club y echar al francés. Este texto es una reivindicación tan romántica como necesaria.




Stoke City 1 – Arsenal 0. Tan solo un par de días después de que un millonario africano se animara a decir que está dispuesto a comprar las acciones del equipo de Londres, los de Wenger sufren una derrota de esas que nos tienen acostumbrados desde hace una década. Sin embargo, a diferencia de temporadas pasadas, sucedió en la segunda fecha, y no durante los meses de enero y febrero, donde generalmente por plantilla corta, lesiones y triple competencia, se suele tirar la Premier por la borda.

Repetir #WengerOut o reducir el análisis a un mero conteo de títulos sería una falta de respeto. No solo para con Arsene, sino para con el fútbol en general.  Es que en épocas de pensamiento binario y dicotómico, producto muchas veces de la inmediatez de las redes sociales, cuesta frenar, pensar de dónde se viene y hacia dónde se va.

Los Gunners de Le Professeur


Quizás todo haya comenzado cuando ni siquiera el propio Wenger lo sabía. Cuando Nick Hornby escribía su famoso “Fiebre en las gradas”, y el juego del Arsenal era más parecido al que aquí cerca tenemos en Sarandí, que al que hoy vemos allá lejos en el moderno Emirates. Por eso, analizar la capacidad o el Proyecto encarnado por el francés solo en base a resultados, sería no entender absolutamente nada de lo que era el "Boring, Boring, Arsenal", lejos y hace tiempo, cuando lo fueron a buscar, no solo para reinventar un Club, sino una Filosofía.

En este punto hacemos un alto. Pensar qué eran, y hacia donde fueron los Gunners, con un ministro plenipotenciario sentado en el banco.

Un cambio de paradigma tal, tuvo que ser una decisión de arriba hacia abajo, y en cada área del Club. Sistema, formas y líneas de conducta que parecen también vinieron a darle un salto de calidad no solo a un equipo, sino al fútbol inglés en su totalidad. Es que desde la Tragedia de Heysel había entrado en un pozo, un terreno fangoso difícil de salir, pero que mirado en retrospectiva tuvo su lado “bueno” en cuanto a la profesionalización del producto. Sí, en tiempos de fútbol negocio el Arsenal y Wenger hoy en día son contrasistémicos, pero paradójicamente cimentaron las bases de cómo el fútbol inglés quería ser visto en el resto del mundo. Una estética que nada tenía que ver con lo que siempre fueron: garra, coraje y centros al 9 de turno, que luego de hacer dos goles en un clásico terminaría celebrando en algún pub de Liverpool, Manchester o Londres.

Volviendo; un equipo es una idea. Ser entrenador se trata, entre otras cosas, de eso, de darle forma y contenido a una idea. Wenger es una de esas personas que marcan, y que hacen que algo que te gusta, te guste aún más. Pero si no se lo conoce, todo se reduce a un “meme” o a preguntarse “¿Otra vez le renovaron?”. 

La temporada pasada padeció una de las más difíciles de su carrera. #WengerIn ó #WengerOut era la cuestión. Un 10 a 2 lapidario vs el Bayern, parecía un final de terror para una novela que empezó hace más de 20 años. 

A los casi 70, cuando el barco que construyó durante tantos años parecía total y absolutamente a la deriva, cambió. Puso 3 defensores, mandó a Ox a la banda, puso a Welbeck de 9. Le ganó al City de los Jeques árabes y Guardiola, y al Chelsea de Abramovich campeón de la Premier. Los convenció, pese a todas las dudas, los memes, y los desmemoriados. Fueron, y ganaron. 

Hace quince días volvieron a ganarle al Chelsea, esta vez por penales. Títulos menores dirán, los mismos que si esos títulos los ganasen DTs de su agrado los ensalzarían.

Otros no se cansan de abrir falsas discusiones que parten de premisas erróneas. Porque Wenger no ganó ni un título internacional con Arsenal. Pero jugó más Champions Leagues que todas las que había disputado el Club en su historia, que a nivel internacional tiene tan solo una final de UCL, sí, bajo el mando del francés. 

Tampoco se entiende que en esa larga sequía de años sin títulos, rearmó una plantilla vendiendo más de lo que compraba durante muchos años, mientras se renovaba todo un Estadio. Y que pese a ello, tampoco perdió competitivdad: pudo haber eliminado al mejor Barcelona. Ese mismo blaugrana que fue un reflejo de lo que habían sido los Invencibles, en años donde el fútbol inglés aún no era lo masivo que es hoy. Henry, Hleb, Song, Vermaelen, Fabregas, y antes Overmars, Gio Van Bronckhorst y Petit, nutrieron las filas de un equipo que veía reflejado lo que quería, en la Gran Bretaña. 

Quienes nunca se interroguen por este señor, se perderán de disfrutar un fútbol trabajado, en pos de la búsqueda del arco rival. Recepción, control y pase. Lehmann; Lauren, Campbell, Touré y Cole; Vieira, Silva, Ljungberg, Pires; Bergkamp y Henry, encarnaron toda la idea en un campo de juego. Defensa férrea, laterales con proyección, mediocampo de buen pie y dos delanteros letales. Un equipo formado, pensado y trabajado por Arsene. Porque, por decir alguno, a Henry lo trajo de la Juventus cuando llevaba 3 goles en los últimos seis meses. Otros directamente fueron productos del scout. Otros venían de ligas menores, y eran toda una apuesta.

Así logró un hito para toda la historia de Inglaterra, igualado únicamente por otro equipo, antes del 1900. En aproximadamente 130 años apenas dos Clubes lograron campeonar invictos, y solo los de Wenger en una Liga de 38 fechas. También dio la vuelta en Old Trafford, para desterrar mitos.

Ahora, luego del tiempo de la “economía de guerra”, Wenger tiene que volver a armar; sin que el mundo de los millones le desarme lo que puede edificar. Porque a Alexis lo compró por 37, pero ahora le ofrecen 78. Porque cuesta pujar por Mbappe cuando está el Real Madrid de por medio o el mismo PSG, que no se cansa. 

En un mundo donde la realidad te pasa por arriba, otra utopía de “El Profesor” fue la del juego limpio financiero. No pagar lo que no se tiene debidamente registrado, o no se puede. Nunca sucedió, ni sucederá en el futuro inmediato.

"Arsene Who?"


Se preguntaban los diarios cuando llegó. Un ignoto que se transformó en una marca registrada, no solo él, sino su equipo.  No hay que dar por acabado a un tipo que tiene las mismas ganas del primer día. Y si no es en los Gunners, seguirá dirigiendo y, sobre todo, formando en otro lado.

Arsene Wenger en sus 20 años al mando del Arsenal atravesó vidas: de hinchas, jugadores, rivales. Y sin dudas, antes de irse, busca dejar bases. Sí, esas que ni el mismísimo Ferguson pudo dejar en Manchester. Al mismo tiempo, su Arsenal pasó a ser un ritual necesario cada sábado a 12 mil kilómetros de distancia, que consiste en ver -desde tiempos en que todo era precario y la Premier no tenía la difusión de hoy- a un equipo que juega el fútbol y respeta una idea.

Desde los Invencibles hasta la sequía de casi una década. Todo eso pasó en el medio. 

Sin detenernos en resultados, he aquí un reconocimiento para el Señor cuyos equipos hacen madrugar, como si uno estuviese ahí, viviendo los 90 mejores minutos de fútbol de la semana, y regalando goles como el de Bergkamp al Newclaste; un gol que representa un estilo, una forma. Goles hay muchos, todos valen "uno". La gran mayoría son olvidados, salvo que sean en una final o clásico. Solo algunos pocos marcados en un partido común tienen el privilegio de quedar en el replay eterno de nuestras mentes.

Que dure lo que tenga que durar, que 20 años no son nada quizás, que el legado será eterno. Arsene, gracias por intentarlo. Gracias por las emociones, que al final, son lo único que queda.

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