10 marzo 2015

MOTIVOS QUE A NADIE LE IMPORTAN SOBRE POR QUÉ BANCO A BIELSA




 Pido perdón de antemano. En este lugar intento -créanme que lo hago- no hablar de fútbol, o al menos hacerlo lo menos posible y de forma sutil. Pero otra vez me gana mi genio, una madrugada de martes que me encuentra inspirado.
  Es que hace unos días volvió a hablar Marcelo Bielsa y volvió a decir algo interesante. Cito textual:
 "Tengo claramente visualizado que en los procesos negativos todos te abandonan. Los medios de comunicación, el público y los futbolistas. Y eso es natural, es propio de la condición humana. Nos acercamos al que huele bien y el éxito siempre mejora el aroma del que lo protagoniza. Y nos alejamos del que huele mal y en la derrota hace que seamos mal olientes. Esto no es un reclamo, es la descripción de algo que llevo 30 años viviendo y que se repite en cualquier actividad humana. Nadie te acompaña para ayudarte a ganar y todos te acompañan si has ganado. Es una ley de la vida".
  Encaro semejante frase con la sobriedad de analizarla y me sirve de puntapié para seguir moldeando la identidad futbolera que habita en mí, y que creo debe habitar dentro de cada persona que ame este deporte. 
  No puedo estar más cerca de otra ideología que no sea la de este sujeto. La coherencia entre sus palabras y sus actos, el pensamiento sobre el deporte más allá del deporte, más allá del negocio y más allá del juego. El trabajo, siempre el trabajo, y la importancia de las formas. Todo eso admiro de un tipo tan querido como menospreciado y ninguneado, tildado ni más ni menos que de "fracasado".
  Es que en el fútbol siempre va a existir ese debate que parece tener recursos infinitos sobre el resultadismo versus las formas. Traducido en Argentina como Bilardistas versus  Menottistas.
  Al parecer, toda filosofía y forma de entender el juego en nuestro país se reduce a estas dos personas que impulsaron sus dos métodos completamente opuestos. Todo entrenador aplica una forma diferente de armar, entrenar y dirigir sus equipos pero al final se termina reduciendo a una de estas dos antes mencionadas.
  Bilardo básicamente expresa que el resultado lo es todo. Alumno de Osvaldo Zubeldía, llevó aún más allá la idea de un juego basado en el trabajo exhaustivo de cada detalle táctico incluso aquellos al límite del reglamento, cualquiera sea válido para lograr lo único que según él importa: ganar. De esta forma consiguió ser Campeón Mundial con Argentina en el año 1986, y subcampeón en 1990, además de ganar un torneo local con Estudiantes de La Plata.
  Menotti, en cambio, es el pregonero nacional del fútbol total de Rinus Michels. Para él no alcanza con ganar, hay que desplegar un juego vistoso y atractivo para un espectáculo como es el fútbol. La técnica es lo más importante, el juego asociado, colectivo y ofensivo. Así fue Campeón Mundial en 1978 con Argentina, y recordado campeón con Huracán en 1974. Además de un par de títulos con el Barcelona.
  Yo sin embargo, no adhiero a ninguna de las dos filosofías planteadas como las únicas. Ni Bilardo por su "antifútbol", denominado así por utilizar formas siempre al límite del reglamento (desde perder tiempo hasta el famoso bidón de 1990, que me generan rechazo) ni tampoco Menotti, esclavo de la obligación de jugar de forma vistosa AÚN sin recursos para hacerlo, porque muchas veces como dice la popular frase, el fútbol es para vivos.
 Sí rescato cosas de ambos, el trabajo duro y la táctica de Carlos y la constante búsqueda de las formas de César Luis.
  En ese interín aparece un tipo como Marcelo Bielsa, el causante de todo este texto, de toda esta admiración. Alguien que viene de una familia acomodada y culta -algo raro en el ambiente futbolístico- que tenía como destino familiar ser un importante contador, abogado, político, ingeniero o algo similar. No por nada su hermano Rafael es un político de renombre. Sin embargo a él lo movió otra pasión, su pasión: el fútbol. Y aplicó allí la filosofía familiar de perseguir la excelencia. Tanto que cuando vio que su futuro como futbolista era sólo ser un jugador más en el ascenso o en la primera, decidió retirarse y dedicarse a entrenar. Un enorme acierto.
  Para no hacer largo el asunto simplemente voy a mencionar que comenzó como DT en Newell's siendo campeón argentino dos veces y una vez subcampeón de américa. Luego fue el turno de Vélez donde consiguió su tercer y último campeonato nacional. En el medio un paso por dos clubes mexicanos, sin éxito. De Vélez al Espanyol, donde duró seis partidos y llegó al lugar que siempre quiso: la Selección Argentina. Arrasó en las eliminatorias 2002, pero en el Mundial llegó su más grande fracaso, desilusión y de allí nació su crítica más grande por parte del público: quedó fuera en fase de grupos, siendo Argentina la gran candidata a llevarse el título. No renunció y luego de eso consiguió la Medalla de Oro en los JJ.OO. de Atenas 2004. Se retiró y volvió en 2007 para dirigir a Chile, clasificando con holgura y llegando a octavos de final del mundial 2010 con una siempre modesta selección. En 2011 agarró al Athletic Bilbao y se quedó en las puertas de la gloria: Subcampeón de la UEFA Europa League y de la Copa del Rey. Actualmente dirige al Olympique de Marsella y lo lleva tercero a falta de 10 fechas.
  Pero voy a dejar todo esto de lado para centrarme en lo que me incumbe y motiva a escribir: su filosofía, lo más cercana a la mía. Un tipo correcto en un mundo lleno de incorrectos. ¿cómo no bancar e idolatrar a alguien así? perseguidor del trabajo arduo y la táctica quisquillosa, pendiente de todo detalle propio y del rival (hola, Bilardo). Pero también preocupado por las formas, por el espectáculo y por el ataque (hola, Menotti). No encuentro en otro entrenador una mejor combinación de ambas filosofías que en él. 
  Su forma de tratar con los jugadores también es muy parecida a la de Bilardo, por ejemplo. Y la locura es algo que caracteriza a ambos personajes de nuestro deporte. Su forma de tratar ante la prensa es más parecida a la de Menotti, sobre todo desde lo discursivo. Pero la coherencia -Sacheri le llamó Honradez a esta cualidad de Bielsa- y el uso de un amplio léxico para hablar de fútbol, así como sus extensas conferencias marcan un sello personal.
   Voy a parar de adularlo, amén de parecer un chupamedias de Marcelo. Se ha equivocado, mucho y en grande. En 2002 estuvo su mayor error, que lo llevó a quedarse fuera del Mundial. Ha perdido campeonatos increíbles como aquella Copa América de 2004. Y fracasó en México también. Su principal defecto es lo testarudo, aunque para algunos es también cualidad. Para mí no.
  Creo que el fútbol es para vivos, y la avivada surge en situaciones donde uno rompe con sus esquemas. Bielsa siempre murió en la suya, aún cuando pudo haber roto esquemas y haberse "avivado" (no al punto de hacer tiempo, usar bidones con laxante o esconder pelotas) para conseguir un resultado, y no lo ha hecho.
  Pero también creo que el fútbol no se traduce a un resultado y allí hay un paralelismo con la vida en general: hay que cuidar el camino. Y también ser consciente de que el éxito, esa codicia de mucha gente (que lleva a corromper ideales y a tomar atajos para conseguir objetivos y resultados), es pasajero. El éxito es efímero y antinatural. Y es la enseñanza y la filosofía más importante y rescatable de Bielsa. Porque está llena de humanidad, y porque aplica en cualquier ámbito de la vida cotidiana. 
  ¿Cuánta gente se desvive por el éxito personal, sin fijarse en las formas para conseguirlo? ¿cuánta gente "gana"? ¿cuánto tiempo "gana"? ¿qué pasa con los que "pierden"? ¿no sirven?. Para Bilardo no, para Bielsa sí. En Argentina -y según Marcelo, por experiencias de él en todo el mundo- se tiene al Bilardismo, al exitismo. A formar fila detrás del que gana sin importar cómo lo hizo. A buscar resultados y no formas, a dejar en las sombras a abandonar a los que pierden.

  Todos queremos ganar, yo también. Bielsa es un ganador. Un ganador que fracasó varias veces y aprendió que ése es el estado natural de las cosas. Que rara vez se triunfa, pero que no hay que desanimarse en la derrota para poder llegar a la victoria. Y que una vez allí no hay que olvidarse que no es para siempre, que es una condicion más bien efímera, pasajera. Entonces no hay que subirse a ese derrotero llamado exitismo, sino trabajar bien duro cuidando las formas y respetando los ideales propios para fracasar las veces que sea necesario antes de ganar. Y si no se llega, no importa, siempre habrá otra oportunidad.
  Y lo mejor y más importante de todo, es que lo ha cumplido. Ha fracasado y ha ganado sin renunciar a sus formas ni a sus ideales, sin subirse jamás a la soberbia del éxito, y ha hecho todo lo que ha dicho. Honradez.

Pido perdón de nuevo, por la extensión y por la adulación -quizá excesiva- a este personaje. Es que, sepan entender, me parece enorme. Igual de enorme que Bilardo para los Bilardistas, igual de enorme que Menotti para los Menottistas. Así, simplemente, Bielsista.

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